Mi instinto de supervivencia gritaba en mi interior: ¡Escóndete!. Sin perder tiempo, me deslicé rápidamente detrás de unas hojas, apenas conteniendo el aliento. Desde allí, con los ojos fijos y el corazón acelerado, vi cómo llevaban a Lebron. Lo reconocí al instante, su figura abatida, con la cabeza baja, y el peso de la tristeza reflejado en su postura. Uno de los hombres le apuntaba con un arma en la cabeza. Mi corazón se hizo trizas, el dolor de la impotencia me desgarraba por dentro. No podía hacer nada.No obstante, sin dudar, decidí seguir el auto. Por suerte, avanzaba despacio, como si los hombres estuvieran buscándome, o tal vez no... ¿Qué los hacía ir tan lentamente?. No lo sabía, pero sus movimientos me daban la oportunidad perfecta para mantenerme a su ritmo, hasta que llegamos al lugar donde mi pesadilla comenzó: la casa donde Alex me había retenido la última vez.—¡Baja, maldito!—rugió uno de los hombres, mientras le apuntaba a la cabeza a Lebron.El sonido tembloroso de
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