El silencio en el hospital me envolvía, pero no era un silencio reconfortante. Era una calma tensa, como si el aire estuviera cargado de electricidad, anticipando algo oscuro que se avecinaba. La última vez que había visto a Alejandro, sus ojos reflejaban una mezcla de preocupación y furia, algo que no podía ignorar. Sabía que había algo más, una carga que llevaba sobre sus hombros, y eso me inquietaba.**“Carmen, ¿estás bien?”** me preguntó la enfermera mientras revisaba mis signos vitales. Su voz era suave, pero la preocupación en su rostro era palpable.**“Sí, solo... solo un poco cansada,”** respondí, forzando una sonrisa. En realidad, me sentía inquieta. Había tenido visiones extrañas en mis sueños, sueños que parecían más reales que nunca. A menudo me encontraba con una sombra oscura que me perseguía, pero en el fondo, sabía que esa sombra representaba algo más que un simple miedo. Era una parte de mí, un reflejo de lo que estaba ocurriendo en mi vida.A medida que el tiempo pas
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