No podía dejar de mirar el teléfono después de escuchar la noticia. Carmen me había llamado, su voz temblorosa, y me había soltado esa bomba que me dejó en shock: estaba embarazada. Mis pensamientos se atropellaban en mi cabeza, chocando unos contra otros sin poder llegar a una conclusión clara."¿Cómo ha pasado esto?" Me pregunté a mí mismo, aunque la respuesta era obvia. Habíamos pasado por tantas cosas últimamente, y entre el estrés, las decisiones apresuradas, y todo lo demás, no me había detenido a pensar en las consecuencias de nuestras acciones.Por un momento, intenté calmarme. Esto no era algo que pudiera tomar a la ligera. Carmen estaba esperando un hijo, y ese hijo era mío. Lo sabía, lo sentía en lo más profundo de mí. Pero, en vez de sentir esa alegría que se supone debería haberme invadido, lo único que sentía era confusión, y, sobre todo, una inmensa duda que no dejaba de retumbar en mi pecho.Me levanté del sillón en el que estaba sentado, empezando a caminar de un lado
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