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Todos los capítulos de El amor y mis otras muertes: Capítulo 31 - Capítulo 36
36 chapters
30. La llamada.
Inmediatamente abrí los ojos, miré mi teléfono, quería confirmar si Jorge había vuelto a llamar, pero no tenía llamadas por devolver. Medité un poco en sí era la hora, el momento, y la oportunidad de llamar, me llené de valentía, respiré profundo y llamé. Después de sonar en dos ocasiones una voz femenina casi que dormida responde. - ¿Hola? - ¿Natalia? ¿Eres tú? - Sí, sí soy yo, ¿Tú como estás? - Bien, Gracias. ... oye.. discúlpame por llamarte a estas horas, no quería molestarte pero,... - Tranquila, esta bien, no te preocupes... La voz de Natalia cambiaba a medida que hablaba- supongo que estas preocupada por Jorge... y por... él. - Mencionó. - Natalia, quería hablar contigo primero, sé que sabes lo que pasó y bueno.... quiero saber como esta Jorge. Natalia y Jorge tenían una relación muy madura y envidiable, eran novios desde hace años, se contaban todo, eran unidos pero cada uno se daba su espacio, se respetaban, pero sobre todo se amaban incondicionalmente.
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31. La llegada.
Después de varios meses de receso con Clara en aquella hermosa y majestuosidad cabaña alejada del ruido y la agonía de la ciudad, era hora de partir. - Promete que nos visitaras. -Dije mientras abrazaba a aquel rubio de ojos verdes que se volvió parte de la convivencia en aquella cabaña. -. Créeme que serás más que bienvenido. - Lo prometo, deseo ver a ese bebe cuando salga de la barriga. - Respondió Kevin, tocando mi panza. - Sí es que sale, creo que he aumentado mil kilos contigo y tus comidas. - Reímos. - Te voy a extrañar. Clara subiendo las maletas al coche que nos llevaría al aeropuerto, nos observaba con una gran sonrisa. - Parece que estabas saliendo con ella y no conmigo. - Decía Clara en voz alta y con una sonrisa en su rostro-. Ven a ayudarme. Kevin se despidió finalmente y se dispuso a ayudar a su amante de verano en la ardua labor de guardar las maletas en el coche y luego la abrazo con fuerza y se fundieron en un beso. Subimos al coche y nos despedimos de
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32. La verdad.
- Sé que piensas que no me importas, pero sí me importas muchísimo, ¡demasiado! - ¿Estas segura? - Preguntó Varys. - ¡Me ofende que lo preguntes! - Reclamó- Te adoro, eres lo único bueno que tengo en la vida, eres mi polo a tierra, y sé que estas fatal desde hace un tiempo, pero ya no puedes luchar solo, yo estoy aquí para tí. - Gracias. - Dijo Varys con voz de derrota. Una hermosa mujer lo abrazó fuerte, Varys calló derrotado al abrazo de aquella mujer, la sujeto fuerte, ella lo dejó estar el tiempo que él quisiera, quería que él supiera que ella iba a estar allí para él, que no era la niña insensible y superficial que todos creian. aunque habían muchas cosas que le daban igual, Varys no era una de ellas. Varys se separó dándole un beso en la frente, por primera vez en mucho tiempo se sintió orgulloso de aquella mujer que tenia frente a sus ojos, era una hermosa mujer, y ahora era una adulta que podía lidiar con problemas ajenos, ya no era una niña en un mundo de fantas
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33. HANNAH.
Los dolores eran fuertes y constantes. Después de romper fuente mi madre y Clara llamaron al hospital para notificar que iría en camino, me cambié de ropa y en coche nos dirigimos al hospital, en ese momento las contracciones eran menos dolores y soportables. Mientras me registré y subí al área de parto me despedí de mi madre y Clara, que se quedaron en sala de espera, mientras una enfermera me conducía en una silla de ruedas por un gran pasillo con puertas de lado y lado, al fondo había una gran puerta blanca dividida en la mitad, se escuchaban gritos desgarradores a medida que llegaba a la puerta, por un momento me sentí nerviosa, ingresé a una de las habitaciones que estaba antes de la gran puerta. Los gritos aún se escuchaban, la enfermera como adivinando mí preocupación por aquellos quejidos, me sonrió y me consoló - No se preocupe, es el sonido más bello del mundo-. dijo. Me hizo pasarme para la cama, prometiendo que el doctor ya venía a verme.
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34. Crecer.
- Hannah, se llama Hannah Collins - Respondió Varys, con luz en sus ojos al pronunciar aquel nombre. - Hermoso nombre- Mencionó Isabella. Se dirigieron dentro de la cabaña, aquella cabaña donde compartió un fin de semana con el amor de su vida, ahora acompañado de su hermana era su refugio y escondite del mundo, sobre todo de su padre, el cual había echado de casa por no cumplir con la boda que tanto tiempo y dinero había invertido; pero sobre todo porqué eso significaba para Varys padre, perder una alianza entre empresas que lo llevaría mucho más alto de lo que ya estaba en la industria. - Mi padre estará feliz, perdió su alianza con los Williams, la boda fue un fracaso sin olvidar que será la comidilla de sus " amigotes" por estos días. hasta que otro hijo de otra familia adinerada haga alguna otra locura. - Isabella Sonreía disimulada. - Sé que lo que hice estuvo mal, pero no podía hacerlo, no puedo sacrificarme así, no por mi padre, no por mí apellido, y si reniega de m
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35. Pequeños cambios.
Después de salir de la clínica, acompañada de mis padres y Clara, las cosas empezaron a cambiar, ahora todo giraba en torno a mi pequeño ser, ese niño de unos centímetros, llegó a cambiar todo, los horarios, los sentimientos, el sueño, el día y la noche. Era una pequeña revolución en nuestros mundos, donde todo el mundo sabía algo, pero nadie sabía nada. Así que al verme vencida, me acomodé a él, a sus tiempos, a su espacio y su bellos ojos negros. Estábamos hipnotizados con su belleza, con su ternura, con sus movimientos, con su llanto. tratábamos de ver el mundo como el lo veía, sentir lo que él sentía o al menos adivinarlo, sencillamente ese bebe cambió todo nuestro mundo con su luz. - ¿Estas segura de querer quedarte aquí sola?, con Clara creo que todo sería mejor, estarías acompañada. - Mamá, ya acepté este apartamento de parte de ustedes, ya no necesito más nada. estaré bien. a demás Clara vive a unas calles, si pasará algo ella estaría aquí en unos instantes. - H
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