Mateo acariciaba sus dedos con delicadeza, como si aún guardaran el rastro del calor de ella. No lograba deshacerse de la inquietud que lo invadía, así que encendió inquieto un cigarrillo, a pesar de que había dejado de fumar hacía tiempo.Mientras tanto, en la ducha, Mariana se bañaba, intentando limpiar cualquier tipo de rastro de desdicha. En ese preciso momento, recibió una llamada del guardaespaldas del abuelo, Nazario. Ella respondió de inmediato, ansiosa por saber sobre el estado actual de su abuelo. Por suerte, eran buenas noticias. La voz de Nazario estaba algo emocionada:—Señorita, el señor acaba de salir del quirófano. El médico dice que, por ahora, está fuera de peligro.—¡Qué bien!Mariana suspiró aliviada, sentía una mezcla de emociones sin saber en ese momento cómo describirlas.—Aun así, necesitamos que regrese para liderar la situación y mantener la calma de la empresa. Estamos en un momento crucial para consolidarnos en el norte, y el grupo Solaris nos ha puesto much
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