La frase aún no había terminado cuando alguien le propinó una patada, lanzándolo directamente contra el sofá.—¡¿Quién demonios fue?! — Gritó Gabriel mientras se levantaba, solo para encontrarse con Matías, que lo miraba con una expresión sombría, como si estuviera viendo a un muerto.Gabriel se asustó de inmediato, y trató desesperadamente de echarle la culpa a Isabela, señalándola con el dedo: —Matías, fue ella… ¡ella me engatuso!Matías lo miró, su mirada carente de cualquier rastro de emoción: —¿Es verdad esto?—¡Es en serio! Ella fue quien me provocó —Gabriel, aterrorizado, comenzó a llorar—. Te lo juro, Matías, ¿cómo podría atreverme a mentirte?Matías soltó una risa fría antes de lanzarse sobre Gabriel y apretar su cuello: —¿Acaso no te dije que la señorita Mendoza era mía?El rostro de Gabriel se puso rojo de inmediato: —… Matías, yo… yo estaba equivocado…Matías ya le había advertido antes, después de que Gabriel molestara a Isabela en una ocasión anterior. Incluso, cuando Gab
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