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Todos os capítulos do Poder y Sangre: Capítulo 51 - Capítulo 60
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50 - ¿Enamorados?
El vino desciende por mi garganta con un ardor suave pero imponente, no es un sabor desagradable, pero tampoco es algo que disfrute en este momento. No cuando tengo a dos demonios observándome con sus ojos oscuros y calculadores, como si fueran depredadores acechando a su presa, esperando que haga el más mínimo movimiento en falso.El Sheikh me observa con una sonrisa que no alcanzo a descifrar, su copa suspendida en el aire antes de llevarla a sus labios, bebiendo con la calma de alguien que tiene el poder absoluto sobre la habitación. A nuestro alrededor están todos los ojos fijos de los invitados en nosotros, unos parecen admirarnos mientras otros juzgarnos. Es como si esta reunión no fuera nada más que otro espectáculo dentro de su jodida burbuja de lujo y podredumbre.Bajo la copa con lentitud, asegurándome de no mostrar ni un solo signo de duda en mi postura, aunque mi mente trabaja a toda velocidad intentando descifrar qué demonios significa este circo de la familia Maktoum. Po
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51 - ¿Su reina?
ANTONELLAApenas estoy procesando todo lo que dijo el anciano árabe. Esto no es una maldita broma, ni nada que se le parezca.Crow en realidad quiere que sea su maldita prometida.¿Pero por qué? ¿Qué gana él con eso?Mi mente comienza a encajar las piezas de este sucio juego que trae entre manos el infeliz Crow. Seguro es porque soy una Mancini.Los jodidos árabes andan atrás de nuestro legado, y supongo que quieren unir imperios, para eso solo es necesario un matrimonio.¡Ni aunque estuviera loca me casaría con mi maldito secuestrador!Que se jodan si creen que yo aceptaré tal estupidez. También sé que mi padre nunca aprobaría alianza con estos malditos árabes, ya que nuestra organización tiene tratado con la otra parte de los musulmanes, los que viene siendo sus rivales.Papá no estaría nada contento si nuestra familia empareja con uno de los enemigos más fuertes.[***]—Te dije que actuaras, no que exageraras —dice de repente cuando nos subimos al auto. No parece molesto, parece di
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52 - Me odia
CROWEl silencio en el auto apenas se rompe con el zumbido del motor mientras mi escolta cruza las puertas de la mansión. Ella no ha dicho una palabra desde que subimos y me acribillo con un interrogatorio del que pude persuadir un poco.La rabia todavía arde en sus ojos, como brasas a punto de encenderse. Y, sin embargo, esa furia es justo lo que me mantiene atento. No quiero que se apague. Quiero verla consumirse con ella.La observo desde mi asiento, ligeramente girado hacia su dirección, con el codo apoyado en el reposabrazos y los dedos tamborileando con paciencia.Antonella es peligrosa. No solo por su físico ni por su influencia, sino porque tiene fuego en el alma. Uno que no se doblega con facilidad. Y ese fuego me pertenece, así no lo entienda todavía.—Ese silencio en ti no es usual—comento, dejando que mi voz quiebre el silencio como una hoja de acero.No responde. Solo me lanza una mirada gélida, una que en cualquier otro contexto habría hecho retroceder hasta al más arrog
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53 - Estás más lunatico de lo que pensaba
ANTONELLAMi piel aún arde por la cercanía con ese maldito bastardo, por cada palabra que ha pronunciado con esa soberbia que lo define. Lo odio. Lo odio más de lo que creía posible, y sin embargo, aquí estoy, atrapada en su juego.Me quedo quieta en medio de la habitación, sintiendo la opresión de cada pared, de cada rincón, de este maldito lugar. Es la primera vez que pongo un pie en su dormitorio, y la sensación de estar aquí me produce un asco visceral. Todo en esta maldita habitación es una extensión de él: el lujo opulento, el aroma penetrante a su loción, la frialdad imponente de su presencia. No hay barreras invisibles que me separen de su mundo esta vez. Ahora, según él, soy parte de él, aunque me repugne admitirlo. Un nudo de frustración se forma en mi pecho, sofocándome, haciéndome sentir como un animal enjaulado.—¿Todo esto fue por una maldita coronación familiar? —rompo el silencio, sin poder contenerme más. Mis palabras son veneno, cada sílaba cargada de furia—. ¿Eres
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54 - Buscando una salida
ANTONELLA Suena un celular en alguna parte de la habitación, es hasta que lo veo salir por una de las puertas que hay más, con el móvil en la mano viendo la pantalla. Al parecer ha recibido una llamada, pero en vez de responderla, envía un mensaje porque lo veo cómo mueve los dedos mientras escribe algo. Lo observo unos segundos y sin mirarme siquiera o decirme algo, se marcha. Ni suelta una orden, ni una amenaza. Solo se va. Y eso me enoja más de lo que debería. No voy a quedarme aquí. No en este maldito lugar. No en su guarida de lobo. En cuanto la puerta se cierra tras él, me levanto de la silla con el cuerpo todavía tenso y corro directo hacia ella. Giro el picaporte varias veces haciéndolo con fuerza, empujo con el hombro, incluso golpeo. Pero no consigo nada. Está bloqueada desde afuera. El desgraciado me dejó sola; sin embargo se aseguró de dejarme bajo llave para que no escapara. —Mierd@... —murmuro entre dientes, con la rabia colgando de cada sílaba. No voy a
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55 - Está en Dubái
ITALIA, SICILIAMANSIÓN MANCINI.La tarde transcurre con una calma tensa, como si el silencio ocultara una tormenta por estallar. Anna, la hija de Alexa y Leo, está recostada en el sofá del salón principal, deslizando su dedo por la pantalla de su tablet mientras observa celebridades del medio oriente vestidos con elegantes ropas y joyas muy costosas. Está hipnotizada por las imágenes de un reciente evento en Dubái, ya que a ella siempre le ha llamado la atención ese estilo de vida, pero más que nada la moda. De repente, sus ojos se detienen en una fotografía la cuál le hace fruncir el ceño. Con sus dos dedos hace zoom a la imagen para verla más de cerca.Es una joven rubia, está justo a lado de un hombre muy atractivo que lleva un traje oscuro de etiqueta, pero no es la ropa fina lo que esta vez le robo su atención, sino la complexión y el rostro de ella, aunque en la parte de sus ojos lleve un antifaz. Le resulta inquietantemente familiar.—¿Esto es posible…? —musita sin dejar de
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56 - Información sobre el artículo/Parte 1
MANSION MANCINIMinutos después, Lillie se encierra en el despacho de Dante. Se dirige con una calma, pero su respiración está lejos de estarlo. Cierra la puerta con un leve empujón y se apoya contra ella por un segundo, como si todo el peso del mundo le cayera encima. Entonces se obliga a moverse. Cruza el cuarto hasta el escritorio, abre el cajón superior y toma el nuevo móvil desechable que ha estado usando para comunicarse con Luca.Sus dedos tiemblan apenas al marcar. El primer timbre suena, oyéndose en todo el despacho. Y al segundo, la voz de su hermano rompe la línea con un tono urgente, casi desesperado:—¿Lillie, alguna novedad?Su voz tiene esa mezcla de miedo y esperanza que solo un hermano desesperado puede cargar. Era como si hubiese estado esperando su llamada.—La hay —responde ella con una calma, pero hay un matiz apenas perceptible en su tono, una grieta en la fachada.Luca lo nota. Ha aprendido a conocerla muy bien. No deja que ella continúe.—¿Qué sucede? ¿Los much
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57 - Información sobre el artículo/Parte 2
—Dime el nombre de la página de la web. —Se escucha que comienza a caminar y después se oye una puerta abrirse y luego cerrarse. Lo siguiente es el rechinido de las patas de una silla al moverse contra el suelo. —Buscaré, esas jodidas fotos, necesito verlas con mis propios ojos. —No debes usar el internet desde tu casa o tu ubicación actual —le recuerda.—No estoy en casa. He venido a la de nuestro padre, así que estoy usando su computadora.—¿Fuiste a ver a papá? ¿Cómo está él? —inquiere con los ojos muy abiertos. Lillie había estado muy preocupada por Lionel; sin embargo, no podía viajar, ya que no había nadie para dejar a cargo de la mansión y de Sicilia.—Él no está nada bien, aunque él diga lo contrario, es lo que yo vi. Él se niega a ir a ver otro médico.—Papá, es muy necio —suelta un suspiro mientras cierra los ojos por unos segundos.—Lo es, y por desgracia tú heredaste esa imperfección —ríe Luca en tono bajo. —Tranquila, hermana, no te sulfures por oír esa verdad —escucha q
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58 - ¿Acuerdo o Pacto?/Parte 1
ANTONELLAAprendí desde muy temprano que sobrevivir no significa respirar, sino saber cuándo callar y cuándo tragar veneno sin vomitarlo frente al enemigo. Y esta vez, ese enemigo tiene nombre y maldita sonrisa: Malik. O Crow. O como quiera llamarse este bastardo con corona de oro y alma podrida.El día empieza como un castigo disfrazado de rutina. Crow no regresó a la habitación después de que se largó con su celular en la mano la noche anterior, cosa que agradecí en silencio. No tenerlo cerca era como quitarse un peso del pecho por unas horas. Pero claro, la paz no dura en este jodido mundo.Escucho unos pasos fuera de la habitación y eso me indica que alguien se aproxima, segundos después la puerta abrirse sin ningún otro aviso. Cuando miro una cabeza asomarse compruebo que se trata del mismo tipo que me arrastró al despacho de Crow antes de ir aquel ridículo evento. Seguro él también disfruta cómo su jodido jefe cómo me fuerzan para someterme, pero no les daré el placer de verme c
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59 - ¿Acuerdo o Pacto?/Parte 2
Mi mundo se detiene. La saliva se me atora en la garganta. Me toma unos segundos volver a respirar mientras pienso en papá. Esa orden cae como una bomba sobre mi pecho. No puedo permitir que lo lastimen. No otra vez.—¡Espera! —grito antes de que sea demasiado tarde. —Firmaré tu puto papel —siseo entre dientes, el odio burbujeando como lava en mi interior. —Pero deja a mi familia en paz. No toques a nadie más y yo pondré de mi parte.Él niega lentamente con la cabeza, como si yo fuera una niña ingenua que aún cree en reglas y todo ese tipo de mierd@.—Yo decido hasta dónde parar con los Mancini y su gente. Quien pone condiciones soy yo, piccola —responde con una sonrisa diabólica en sus labios.Cierro los ojos un instante mientras pienso, pero no hay mucho en que pensar, si lo hago, él les hará mucho más daño. Pero si con esto consigo mantenerlos con vida, entonces por ahora... por ahora lo dejaré ganar esta batalla.—Está bien —musito, sintiendo como si estuviera tragando cristales.
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