Fruncí el ceño, preocupada, y empecé a pensarlo. Aunque no estaba segura de por qué, a estas alturas ser violada era lo normal, y yo había dejado de decir que no, así que dudaba que siquiera se clasificara como violación. Sin pensarlo, me incliné y junté nuestros labios. Era la primera vez que iniciaba algo con él y la primera vez que obligaba a mi cuerpo a responder al suyo. Rápidamente me metió la lengua en la garganta, pero dejé que mi lengua se moviera con la suya. Emitió un fuerte gemido y su mano se dirigió a mi nuca, acercándome más a él.Nos besamos durante un rato, pero al final se separó de mí. Me quedé sin aliento y con la cara enrojecida, pero asustada, pues lo único que había en sus ojos era pura lujuria sin adulterar.“Te amo, mi reina. Podemos ser felices juntos, lo sabes. Lo hemos demostrado una y otra vez. Ahora es tu actitud la que se interpone en nuestro camino”. Me dio un último pico en los labios hinchados antes de tenderme la mano. “Ven, es hora de cenar”.Me
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