Salimos del sótano y nos encontramos con todos en la sala, la casa estaba libre de micrófonos y cámaras, Dimitri se había encargado de eso. Prendo un cigarro mientras observo a todos que no dejan de mirarme. —Dejen de verme, parecen pendejos, estoy bien —digo jalando a Isla para que se siente en mis piernas. —Sí, sabemos que los estás, los gritos de ambos se escuchaban por toda la casa —dice Dimitri haciéndome reír.—Cierra la boca, no quiero esa imagen en mi cabeza —ruedo los ojos por las palabras de Damion. —Bueno, no estamos aquí para eso, quiero que todos se alisten, mañana partimos a Italia, no me quedaré más tiempo aquí, regresaré a mi casa.—Dijiste que no pisarías esa casa jamás, ¿por qué quieres volver?—Porque es nuestro territorio madre, donde todo empezó y será también donde mataré a Roce, no tengo más nada que hacer en Rusia, ya tengo lo que buscaba —beso el hombro de Isla —. Así que todos regresaremos, menos tu Dimitri. —¿Me quedaré aquí? —niego. —No, te quiero en
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