Epílogo.
Mackenzie. Boston, 2025, Iglesia del Sagrado Corazón, en ese momento. - “Los declaro marido y mujer, puedes besar a la novia”- la voz del párroco, hizo que sonriera recordando mi boda. Gracias a que era una de las damas de honor, pude asistir al beso apasionado que Louis Turner le daba a su ahora esposa Danielle Turner, y mientras observaba, aplaudía, y vitoreaba, como el resto de los invitados, a la pareja, mis ojos coincidieron con las de mi esposo, que era como no, era el padrino principal de la boda. Sus ojos me miraron con deseo, y amor, ambos recordábamos como había sido nuestra precipitada boda, y nos pudimos evitar sonreírnos. Faltaba unos tres meses para que hiciéramos un año de casados, y desde ya lo digo, no me arrepiento para nada de todo lo que hemos vivido juntos. Tras nuestra boda, y una semana de auténtica locura, disfrutando, de noches intensas, días de risas, y mucha libertad, siempre sabiendo que, cuando volviéramos, el perdón de nuestros padres, y en espec
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