—Y no solo eso, Karla, al ser su cómplice, podría ir a prisión —añadió.—Pero yo la golpeé. ¿También me encerrarán a mí? —pregunté con preocupación.Kerem tomó aire.—Preguntémosle a Jhon, pero estoy seguro de que tú estarás bien —respondió, intentando tranquilizarme.—No puedo ir a la cárcel, Kerem. Si estoy encerrada, nuestros gatitos no recibirán los cuidados adecuados —dije, preocupada, y él se quedó en shock.—¿Gatitos? Princesa, ¿estás embarazada? —preguntó él, sorprendido.—Maldita loca, ¿cómo te atreves a poner a mis hijos en peligro peleándote con esa maldita payasa? ¿Acaso estás bien de la cabeza? —se enojó.Pero ¿por qué se enoja? Seguro está molesto porque golpeé a esa mujer.—¡Ya la vas a defender de nuevo! —grité.—En serio, no puedo contigo, Itzel. No me enojo por esa bruja, sino por mis gatitos. ¿Cómo te atreviste a poner en peligro a mis hijos? —mencionó molesto.—Estoy bien, fue como ir al gimnasio —pasé mis brazos por sus hombros—. No te enojes conmigo, no lo volver
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