Tiene que ser culpa del vino que me sienta así, ansiosa de saber dónde está Luciano. Tomo mi celular, me acuesto en mi nuevo sofá y dejo la copa en el piso. Me deshago de mis sandalias y le marco. Me atrevo a marcarle por primera vez, porque si fuera por él, nunca pasaría. El celular suena y suena,
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