Hace varias horas que me encuentro en una casa alejada. No sé dónde estamos, solo sé que mi propia madre me ha secuestrado y desea matarme. La situación es surrealista, una pesadilla de la que no puedo despertar. No pude evitar llorar cuando me pegó una bofetada. El dolor físico se mezclaba con el dolor emocional de la traición. Me llevé la mano a la mejilla adolorida, sintiendo el ardor de su golpe. — Deja de llorar, Alba. Esto es por tu propio bien —dijo con frialdad, su mirada carente de cualquier rastro de amor o compasión. Me quedé en silencio, temblando, tratando de contener las lágrimas que luchaban por salir. La habitación estaba oscura y fría, con las ventanas cerradas y la puerta firmemente bloqueada. Me sentía completamente aislada, sin idea de dónde estaba ni cómo escapar. Mis pensamientos volaron hacia Alexis y nuestro bebé. ¿Qué estaría pensando Alexis al recibir mi mensaje? ¿Estaría preocupado, asustado, o ya se habría dado cuenta de que algo estaba terriblemente
Leer más