Todo el día, Camila está recibiendo a sus vecinos. Prácticamente, el pueblo entero va a su casa ese día. Ya cerca de las cinco de la tarde, todos se van y su madre se recuesta nuevamente, no tiene ganas de hablar o comer, solo duerme todo lo que puede. Por el contrario, Camila no ha podido descansar.—Cami, ¿por qué no te vas a descansar un poco? —le pregunta Leonel.Él no se ha separado de ella ni un momento.—Si llaman del hospital te despertaré —le asegura él, para tratar de convencerla.A diferencia de Ismael, las palabras de Leonel no tienen tanto peso sobre Camila y él lo sabe. Aun así, no quiere que termine desmayándose por el cansancio. Él entiende el dolor y la preocupación por la que Camila está pasando, ya que vivió algo similar cuando era niño, con solo diez años su padre los dejó del mismo modo.Por suerte, ella le hace caso y se va a recostar. Él se queda con su teléfono, al cual se le prende la pantalla cuando lo va a guardar en su bolsillo, le sorprende ver cuántas lla
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