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LETRAS DEL CORAZÓN MAIRU YU Y NAY
Segunda compañía1.ª divisiónSoldado Walter CoreyAbril de 1914Querida mamáEstos días han sido muy lluviosos, el clima es una porquería, tengo barro hasta en mis pelotas. Sí, lo sé, mamá, no debí escribir groserías, disculpa. ¡Te extraño mucho! Añoro tu comida, esos panecillos calientes con queso y mantequilla, el delicioso chocolate caliente con malvaviscos y tu hermosa sonrisa, es lo que más anhelo en este instante.Han pasado tres meses en que no sé de mi hermano, nos separaron por compañías y divisiones. Él quedó en la primera compañía y yo en la segunda. Sin él, dándome fuerza y apoyo, me siento perdido. Pregunté al capitán, pero tampoco sabe, solo espero que esté bien.Todos los días me preguntó: ¿por qué tenemos que estar en esta estúpida guerra? ¿Por qué tuvimos que dejar a nuestras familias para vivir esto? Ya quiero que termine, quiero regresar a tu lado, madre, quiero estar con mi familia, como antes, limpiando el granero, ordeñando a las vacas, cosechando el maíz, extra
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El mundo de las letras.
Las cartas de las escritoras mostraron una cruel realidad de lo que se vivió en la peor de las guerras de la humanidad. Las lágrimas de los espectadores no se pudieron contener, ya que los sentimientos narrados y la representación de la desolación, desesperación y tristeza de los jóvenes que allí pelearon lograron llegar al corazón del auditorio. En el escenario, un joven vestido de soldado, con los ojos llenos de lágrimas, se preguntaba por qué formaba parte de aquella catástrofe. Con un papel en las manos y un trozo de carbón, plasmaba sus sentimientos, con la esperanza de que esas palabras llegaran a su destinatario. La tensión en sus gestos y la desesperación en su mirada mostraban su anhelo de reencontrarse algún día con sus seres queridos; mientras el sonido de explosiones lejanas resonaba, haciendo temblar el escenario y el corazón de los espectadores.Con el deseo de salir vivos de esa carnicería sanguinaria. Esas palabras representaban el deseo y el temor de millares de hom
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El plan no puede fallar.
6 años han pasado desde aquel reencuentro entre Patricio y Montse. Su boda religiosa ha llegado. Sarah y sus cuñadas le organizaron la despedida de soltera. Esta vez, han planeado meticulosamente cada paso. Las anteriores algo fallaba, pero en esta esperaban con ansias poder escabullirse de la vigilancia de sus caballeros. Realizaron una lista para no olvidar nada, con ideas que aportaron. El plan no puede fallar. El día anterior se aseguraron de que las asistentes de sus esposos agregaran dos reuniones más. Adelantaron el viaje a la isla privada en Maldivas, un paraíso. Llevan a los niños al viaje para poder despistar a sus hombres. Contrataron personal extra para sus pequeños torbellinos. ¿Qué podría salir mal? Si cada detalle había sido calculado. Los caballeros van un paso adelante. La actitud complaciente y anegada de sus esposas, los ha colocado sobre aviso. Lukas sobornó a sus pequeñas para que lo tuviesen al tanto de cada paso que su madre diera. Patricio hi
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Por siempre.
La decoración de la boda está en color azul rey, todo luce muy elegante, delicado y sofisticado. La ceremonia será como lo soñó la novia, será a la orilla del mar. La flor que sobresale es el lirio de cala, acompañado de rosas azules rey. Montse luce un vestido ajustado. Permitiendo que su perfecto trasero sobresalga. Es un vestido tipo sirena; la parte superior es de color capuchino, espalda semi descubierta, bordado elegante y delicado. En la recámara de Montse. —Amiga, estás preciosa. Creo que Patricio te va a secuestrar, tan pronto termine la ceremonia —manifiesta Sarah abrazándola con cariño. —Muchas gracias, pero tú no te quedas atrás ese vestido; te queda espectacular —respondió Montserrat sonriendo. Sarah, al igual que las damas de honor, está vistiendo un vestido largo de gala color azul rey, busto con escote profundo, tiras cruzadas en la espalda y abertura en la pierna. —Montse, felicitaciones, ha llegado la hora. Ahí viene tu padre. Nosotras nos vamos adelanta
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