204. Amores guardados en palacio
Para ese momento, el sol de la tarde bañaba la terraza del palacio en un cálido resplandor dorado, creando un ambiente acogedor y sereno. Allí, reunidos en un círculo íntimo, se encontraban junto al bebé, Valdimir, Erik, Aelina, Theodor y el rey Nikolai. El centro de atención, sin embargo, era un pequeño bulto envuelto en suaves mantas en los brazos de su padre: el bebé Erik, que ya contaba con tres meses de edad.El infante era una visión de ternura y belleza. Sus enormes ojos color ámbar, curiosos y brillantes, parecían absorber todo a su alrededor con una intensidad sorprendente para alguien tan joven. Su piel tostada resplandecía con salud, y unos suaves mechones de cabello color miel coronaban su cabecita. Todos los presentes sabían que, con el tiempo, ese cabello se oscurecería hasta alcanzar el tono castaño que lucía el Erik joven, creando un vínculo visible entre el bebé y su contraparte del futuro.El paso del tiempo se hacía evidente en los rostros de la joven familia. Erik,
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