Todos los capítulos de Esposa de Otro Tiempo: Atada al Villano Rey Alfa: Capítulo 201 - Capítulo 210
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200. La desesperación de una madre
La respuesta que pidió Erik en aquel tiempo llegó en forma de un golpe brutal. La mano de Valdimir, aquella que tantas veces lo había acariciado con afecto, ahora se estrellaba contra su rostro con una fuerza descomunal. Erik salió despedido, su cuerpo golpeando el suelo frío y duro, rodando hasta quedar a un metro de distancia.El impacto lo dejó aturdido, un dolor agudo pulsando en su mandíbula. El sabor metálico de la sangre inundó su boca, y un líquido cálido comenzó a brotar de su nariz. Con manos temblorosas, Erik se tocó el área de entre su boca y nariz, viendo como sus dedos se macharon de rojo.Valdimir avanzó hacia él con paso lento y decidido con sus ojos brillando en una maldad que Erik jamás había visto.—Se me ocurrió que matar al hijo de Valdimir y Aelina sería interesante... —dijo, y en ese momento, al escucharlo hablar en tercera persona, Erik comprendió con horror que quien estaba frente a él ya no era su padre, sino la sombra que lo había consumido—. Te torturaré tan
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201. Duque por fuera, príncipe por dentro
TIEMPO ACTUAL – REINO HUMANO DE VIENTALIA: BATALLAS AMISTOSASEn el centro del salón del trono, los espectadores aguardaban con expectación el inicio del siguiente combate. El ambiente estaba lleno de emoción, mientras los murmullos de la multitud se mezclaban con el sonido metálico de las armas siendo preparadas.De repente, la voz potente del heraldo se escuchó por todo el recinto:—¡Ahora es el turno del duque Arik del reino de Kolgrim!El joven de porte noble y mirada cálida dio un paso al frente. Erik, o como todos lo llamaban en el reino humano, Arik, con sus diecisiete años, irradiaba una mezcla de nerviosismo y entusiasmo. Su cabello castaño contrastaba con unos ojos ámbar que reflejaban la fuerza de su linaje mixto.Un asistente que estaba a cargo de las batallas amistosas se acercó para entregarle una espada sin filo, diseñada especialmente para ese tipo de encuentros. El muchacho la tomó con firmeza, sintiendo el peso familiar del arma en sus manos. Antes de tomar posición,
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202. La magia del tiempo y el amor
VARIOS MESES DESPUES: REINO HUMANO DE VIENTALIAValdimir y Aelina yacían entrelazados en su lecho, sus cuerpos desnudos todavía conservaban el calor de una noche de pasión típica de ellos que, nunca dejaban de disfrutarse mutuamente cuando estaban solos. La luz del amanecer se filtraba tímidamente por las cortinas, dándole a la habitación un resplandor dorado que realzaba la belleza de esa habitación de la princesa heredera y su esposo el príncipe consorte. Para ese momento, el vientre de Aelina, a una semana de llegar a su noveno mes de gestación, se erguía majestuoso entre ambos, como un recordatorio visible del fruto de su amor.En esa agradable mañana de primavera, el antiguo Rey Lobo del reino de Kolgrim fue el primero en despertar, como era su costumbre. Sus ojos color ámbar, antes fríos y calculadores, ahora brillaban con una calidez inusitada al posarse sobre la figura de su amada. Con delicadeza, sus manos recorrieron la silueta de Aelina, deteniéndose en sus suaves senos, aho
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203. Lazos reales
TRES MESES DESPUÉS: REINO HUMANO DE VIENTALIA—Eras tierno de bebé, Erik —comenzó a decir Nikolai, con sus ojos brillando llenos de nostalgia y afecto mientras sostenía al pequeño con una delicadeza que contrastaba con su apariencia imponente de Rey Lobo.El Erik joven, parado a unos metros de distancia, observaba la escena con una mezcla de fascinación y vergüenza. Era extraño verse a sí mismo como un bebé indefenso, tan ajeno a los desafíos que el futuro le depararía. Un escalofrío recorrió su espalda al pensar en todo lo que había vivido y cómo esas experiencias lo habían moldeado, mientras que su yo de esa línea temporal no tenía idea de nada.«Sin duda, tendremos distintas personalidades…», pensó Erik sin poderlo evitar.Valdimir y Aelina, sentados en cómodas sillas de la terraza real, no podían apartar la mirada de la escena. El orgullo paternal brillaba en los ojos de Valdimir, mientras que Aelina sonreía con ternura, con sus manos inconscientemente acariciando su vientre, donde
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204. Amores guardados en palacio
Para ese momento, el sol de la tarde bañaba la terraza del palacio en un cálido resplandor dorado, creando un ambiente acogedor y sereno. Allí, reunidos en un círculo íntimo, se encontraban junto al bebé, Valdimir, Erik, Aelina, Theodor y el rey Nikolai. El centro de atención, sin embargo, era un pequeño bulto envuelto en suaves mantas en los brazos de su padre: el bebé Erik, que ya contaba con tres meses de edad.El infante era una visión de ternura y belleza. Sus enormes ojos color ámbar, curiosos y brillantes, parecían absorber todo a su alrededor con una intensidad sorprendente para alguien tan joven. Su piel tostada resplandecía con salud, y unos suaves mechones de cabello color miel coronaban su cabecita. Todos los presentes sabían que, con el tiempo, ese cabello se oscurecería hasta alcanzar el tono castaño que lucía el Erik joven, creando un vínculo visible entre el bebé y su contraparte del futuro.El paso del tiempo se hacía evidente en los rostros de la joven familia. Erik,
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205. Trenzas y té: un ritual de amor
La noche había caído sobre el castillo del reino humano, envolviendo sus torres y murallas con la frescura y quietud de la noche. En su habitación, bañada por la suave luz de las velas, Celeste se encontraba sentada frente al espejo de su cómoda, viendo su figura esbelta reflejada en el cristal. Sus dedos, largos y delicados, se deslizaban por su cabello dorado, desenredando con cuidado cada mechón. El suave roce del cepillo contra su melena producía un sonido rítmico, casi hipnótico, que contrastaba con el tumulto de pensamientos que agitaban su mente.Vestida con su pijama de seda, Celeste dejó que sus ojos vagaran por su reflejo. Su mirada, normalmente vivaz y determinada, ahora se veía pensativa, casi melancólica. Sin darse cuenta, su mano se alzó hacia el espejo y sus dedos rozaron la fría superficie. En ese instante, un pensamiento cruzó por su mente como un relámpago:"Erik puede atravesarlo... con su magia del espejo"El nombre de Erik resonó en su interior, evocando una mezcla
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206. Ámbar y azul: un encuentro
Intentando mantener la compostura, Celeste carraspeó suavemente antes de hablar.—A los 21 años, seremos caballeros del reino —comentó la rubia mientras sus dedos se movían con destreza entre los mechones castaños de Erik.Erik, sintiendo el calor de las manos de Celeste en su cabeza, no pudo evitar sonreír. Aunque ella no podía verlo, la diversión en su voz era evidente cuando respondió:—Tú serías una dama, no "caballero".Celeste pudo imaginarse la sonrisa en el rostro de Erik, esa sonrisa que hacía que su corazón saltara un latido. Continuó con la trenza, agradecida de que él no pudiera ver el rubor que se extendía por sus mejillas.—Sí, aunque no hay muchas "damas" en nuestro regimiento —reflexionó Celeste, con sus dedos moviéndose con precisión.—No —concordó Erik, usando una respuesta breve pero llena de significado.Un silencio cómodo se instaló entre ellos por un momento, roto solo por el suave sonido de los dedos de Celeste trabajando en el cabello de Erik. Finalmente, ella h
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207. Primavera en otoño
4 DIAS DESPUES: REINO HUMANO DE VIENTALIALa brisa suave del atardecer de otoño acariciaba los jardines del palacio real, trayendo consigo el dulce aroma de ese ambiente otoñal que los envolvía. Erik, lleno de emoción y nerviosismo por esta nueva etapa de su vida, aún no había revelado a su abuelo ni al resto de su familia el secreto que guardaba celosamente: su naciente relación con Celeste.Cuatro días habían transcurrido desde que ambos, con una mezcla de temor y alegría, se confesaron sus sentimientos mutuos. Esos primeros momentos de descubrimiento eran como un tesoro para ellos, un oasis de intimidad lejos de las miradas inquisitivas y las expectativas de los demás. Sin embargo, en medio de su felicidad, Erik y Celeste habían tropezado con una realidad que les provocaba vergüenza y diversión en partes iguales: ninguno de los dos tenía experiencia besando.En ese instante que parecía casi mágico para la novata pareja, los dos jóvenes se encontraban sentados en uno de los rincones
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208. Besos torpes, padres sabios
Valdimir y Aelina caminaban en silencio, empujando la ornamentada carriola real donde el pequeño Erik bebé agitaba sus manitas con alegría, ajeno a las preocupaciones de los adultos. El descubrimiento reciente de la relación secreta de su hijo mayor pesaba en sus mentes, mezclando la alegría por su felicidad con la sorpresa de no haber sido informados.Valdimir, con una expresión pensativa, rompió el silencio:—Posiblemente lo hizo en estos días que han pasado —reflexionó, deteniéndose para observar al bebé Erik, que gorjeaba felizmente en su carriola. Luego, con un toque de humor en su voz, añadió—: Sin embargo, Erik no sabe besar...Aelina, sorprendida por el comentario, lanzó una mirada de reojo a su esposo, con una chispa de curiosidad brillando en sus ojos.—Ahora que mencionas eso —Aelina se volteó para mirar a su atractivo esposo —, ¿quién te enseñó a besar a ti, Valdimir? —preguntó, con su voz teñida de unos leves celos que la misma pelinegra no pudo evitar encontrar tontos, ac
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209. El Alfa y su cachorro beta
En sol comenzaba a descender en el horizonte en ese día de otoño, tiñendo el cielo en esos hermosos tonos anaranjados y rosáceos, cuando Valdimir y Erik se adentraron en la parte más remota del castillo real de Vientalia. El silencio el silencio entre ellos era cómodo, y solo era roto por el crujir de las hojas secas bajo sus pies y el ocasional gorjeo de algún pájaro lejano. El aire fresco de la tarde acariciaba sus rostros, trayendo consigo el aroma a pino y tierra húmeda.Cuando estuvieron seguros de que ningún alma se atrevería a acercarse a ese rincón olvidado, Valdimir se detuvo y miró a su hijo con una mezcla de ternura y emoción en sus ojos. La complicidad entre padre e hijo era evidente, y se sentía agradable solo mirarlos.—Convirtámonos en lobo, hijo —susurró Valdimir, con un tono de voz tranquilo.Sin mediar más palabras, ambos comenzaron a despojarse de sus ropas con movimientos fluidos y despreocupados. La tela susurraba contra su piel mientras las prendas caían al suelo,
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