Regina aplaudió: —¡Genial, muy bien!Marina sonrió levemente. En realidad, no tenía intención alguna de ir en contra de Sofía, pero Sofía había jugado sucio primero, ella definitivamente no iba a quedarse callada y soportarlo.Al mediodía, Sofía bajó lentamente desde el segundo piso. Tenía grandes dificultades para caminar y bajar las escaleras, esto le resultaba un poco arduo, pero al ver a Carmen trabajando en la sala, sintió una sensación de superioridad.—Carmen, tengo mucha hambre, ve a preparar la comida —le ordenó Sofía sin ninguna cortesía, muy diferente de la actitud frágil que mostró anoche en los brazos de Sergio.Carmen, al ver a Sofía, se enfureció demasiado, mostraba con claridad un descontento. Sin embargo, al ser Sofía una invitada de Sergio, solo pudo decir: —El almuerzo se sirve a las doce en punto, esa es la norma establecida por la señora.Al escuchar eso, Sofía sintió como si una feroz espina se clavara en su corazón.—¿Qué clase de empleada eres? ¿No me has escu
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