Al ver que Sergio estaba a punto de casi que arrancarle la ropa, Marina rápidamente sacó el taser que había estado escondiendo detrás de ella.Un segundo después, Sergio cayó fulminado al suelo.Mirándolo tirado en el suelo, con la cara completamente roja, Marina se frotó impaciente las sienes. Si no resolvía bien esto, las cosas podrían empeorar.Ella lo arrastró directamente hacia el baño. Había preparado una bañera llena de agua fría y, después de asegurarse un poco de que la temperatura no era mortal, empezó a quitarle con sumo cuidado la ropa a él. Justo en ese momento, Sergio abrió ampliamente los ojos.Marina se detuvo en seco. ¡Maldición, parece que la descarga del taser no fue lo suficientemente fuerte!—Escúchame, solo quiero ayudarte, no tengo otra intención.Marina levantó en ese instante las manos en alto.El efecto de la droga aún seguía aumentando, pero Sergio se había recuperado un poco por el fuerte golpe del taser.—¡Lárgate de aquí!Su voz era apenas un susurro ronco
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