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114 chapters
El broche de Luzma.
Luz Marina Hoffmann—¿Está bien, señora? No deja de temblar —me pregunta una de las sirvientas encargadas de atenderme. Ella también se encarga de cuidar a mi bebé. Es una anciana y se ve buena persona.—Estoy perfecta. ¿No has visto un broche en forma de mariposa?— Pregunté —Claro, lo dejó en la tina. Al niño Nicolás no le gusta la mamila, no puedo lograr que la tome.— Comenta preocupada.—Su nombre es Raúl y yo me encargo de él. Usted vaya a buscar mi broche.— Le indique —Sí, señora —ella asiente y se aleja.Cargo a mi bebé entre mis brazos y dejo un beso en su mejilla. De inmediato abro mi blusa para alimentarlo. Él se prende de mi pezón y comienza a succionar.—No sé qué haré, pero tú serás libre, Raúl. Siempre recuerda que mami y papi te adoran.— Le prometí a mi bebé— Tú y tus hermanos serán libres.—No le mientas al niño —dice Romina al llegar.—Tú no me dirijas la palabra.— Rodeé los ojos.—Es la verdad. Tú te irás muy lejos y convenceré a Maxon de que se deshaga de él.— Se
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El final (Primera parte)
Romina está aterrada, se aferra al prendedor que le entregó Luzma con la esperanza de ser liberada. Se encuentra en el sótano del barco, encerrada y rodeada de cientos de mujeres que no dejan de llorar. Nunca se imaginó estar en esta situación: separada de su familia y a punto de ser vendida como mercancía a un hombre que le produce náuseas.—Quiero a mi mamá —solloza la niña más pequeña, que tiene unos diez años.—Yo también —Romina no controla sus lágrimas.En los momentos en los cuales sientes que puedes morir, solo piensas en tus seres queridos y en que nunca más los verás. Ella recuerda con nostalgia la última vez que vio a su madre, cuando Raquel le suplicó que cambiara de vida, pero ella solamente se burló y le dijo que no quería volver a verla nunca.Las mujeres intentaron cubrirse lanzándose al suelo cuando escucharon disparos y movimientos extraños en el barco.“Soy muy joven para morir,” piensa Romina para sí misma.Al cabo de unos minutos se abrió el sótano, y ella suspiró
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El final (Segunda parte)
Cuando subieron al barco, lograron divisar que en el cielo se estaba formando una gran tormenta. Rayos y relámpagos iluminaban el horizonte mientras las gotas de agua comenzaban a empaparlos. —Deberíamos abordar en una isla, señor Chrysler —le indicó uno de sus hombres, mirando al cielo con preocupación. —No me detendré hasta llegar a aguas internacionales —respondió Maxon con determinación fría. Sabía bien lo que significaba estar en aguas internacionales: una zona fuera de la jurisdicción de cualquier estado, un lugar sin ley. Maxon podría hacer lo que quisiera y no habría consecuencias. Sentí un escalofrío recorrerme el cuerpo cuando él me tomó por la cintura y dejó pequeños besos en mi cuello. —Tal vez le deje al niño a Damon, no quiero ser tan cruel con mi primito —murmuró con una sonrisa maliciosa. —Eres un desgraciado, Maxon —responde Luzma con rabia. —No era lo que querías, Luzma, a tu hijo lejos de mí. Sabes que tus deseos son órdenes, mi amor. —Te odio.— Espeta
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Epílogo
Luz Marina Hoffmann Aún no puedo creer que todo lo que ocurrió sea real. Que Maxon Chrysler haya sido parte de mi vida. Él convirtió mi vida y la de muchas mujeres en un infierno completo. Asesinó, secuestró y vendió seres humanos, pero también sufrió. Fue víctima y verdugo en la delincuencia armada. Su muerte dejó más dolor que alivio, especialmente para las víctimas que deseaban que pagara con cárcel por las vidas que destruyó. Pero él siempre encontraría la manera de escapar de la justicia. La única forma de terminar con él fue su muerte. Nuestras balas no lo mataron. Murió ahogado en menos de cinco minutos. Muchos dicen que no sufrió lo que merecía, pero para mí, la sensación de que el aire se escapa de tus pulmones es horrible, y no puedes hacer nada. En estos momentos me siento en paz, con mi pequeño Raúl en brazos. Acaba de tomar el pecho y está completamente dormido. Las gemelas y Diego se durmieron gracias a los cuentos de Damon. Mi bebé es un angelito que descon
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