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Todos los capítulos de ¡Eres mía, cuñada!: Capítulo 31 - Capítulo 40
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31. ¿Adónde me llevas, Alexa?
La tenue luz del alba se colaba por las rendijas de las cortinas, despertando a Victoria en una cama solitaria. Aunque Erwan había compartido su lecho la noche anterior, su prudencia lo había llevado a marcharse antes del amanecer. Victoria lo agradecía, a pesar de la punzada de nostalgia que sentía al notar la ausencia de su calor junto a ella.Alzó la mirada hacia el techo, y de pronto, un mareo vertiginoso la invadió con tal fuerza que ni siquiera alcanzó a buscar su muleta para apoyarse en su camino al baño. A pesar del dolor punzante en su tobillo, un impulso irrefrenable la obligó a correr, desesperada por evitar manchar el suelo de su habitación con el contenido de su estómago.Arrodillada frente al inodoro, tras una ardua batalla contra las náuseas, expulsó los restos de su cena. — Esto no puede ser — una frase cargada de incertidumbre y malestar. Apenas había probado bocado la noche anterior, ¿cómo era posible que se sintiera tan enferma?¿Quizá lo que dijo el doctor?Negó rá
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32. No puedes seguir con tu embarazo.
Spike puso en marcha el motor, dispuesto a seguir el vehículo donde Alexa y Victoria habían escapado. No tenian tiempo que perder; si sus sospechas sobre la nuera del difunto Mikhail Volkov eran acertadas, la joven corría un grave peligro.No solo temía por la vida de Victoria Volkova; la suya propia también pendía de un hilo si permitía que ella sufriera algún daño a manos de Alexa. Erwan no solo lo torturaría, sino que lo eliminaría sin piedad si no lograba regresar con Victoria sana y salva.Sin embargo, su plan de actuar en solitario se vio frustrado. Tras activar el localizador del celular que su primo había instalado en el teléfono de Victoria, las puertas del copiloto y los asientos traseros se abrieron al unísono. Erwan y Pavel.—Intuía que no estaría solo —murmuró Spike, sin esperar respuesta de su primo ni del bailarín.Sin perder un segundo más, arrancó el auto y pisó el acelerador, decidido a alcanzar o llegar lo antes posible al destino de Alexa y Victoria.El silencio de
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33. ¿Qué es lo que tienes que pensar?
—Lo lamento, señor, pero no podemos revelar información sobre nuestros clientes —respondió la recepcionista con firmeza, acompañando su negativa con un leve movimiento de cabeza—. La discreción absoluta es un pilar fundamental de nuestra filosofía.En el interior del consultorio, Victoria comenzaba a asimilar lo que estaba ocurriendo. La doctora se acercó a ella y, con una sonrisa amable, le tocó el hombro.—¿Me estás escuchando, Victoria? —preguntó con suavidad—. Te pido que te acomodes en la camilla. Vamos a realizar una ecografía para determinar el tiempo de gestación del feto.“Entre mes y medio y un mes”, pensó Victoria de forma automática, con una claridad absoluta en su mente. Recordaba perfectamente que solo había estado con Erwan, y eso fue antes de huir de él a la mansión de la familia de Pavel.—Necesito tiempo para pensarlo —explicó Victoria —. No puedo tomar una decisión como esal de forma precipitada.—¿Qué es lo que tienes que pensar? —preguntó Alexa, conteniendo a dura
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34. Por supuesto que nadie decidirá por Victoria.
Erwan, agradecido de que Alexa reconociera su autoridad como tutor de Victoria y, en secreto, como padre del hijo que esperaba, se dispuso a responder.—Por supuesto que tiene razón Alexa, soy quien va a decidir qué es lo mejor, en este caso para Victoria y ese bebé es …En ese preciso momento, la voz de Pavel resonó detrás de ellos.—Por supuesto que nadie decidirá por Victoria, y mucho menos por nuestro hijo.Las palabras de Pavel impactaron como un trueno en la tensa sala, atrayendo la atención de todos los presentes. Erwan, en particular, observó con sorpresa como el joven bailarín tomaba a Victoria entre sus brazos, arrebatándola de su lado. La escena se desarrollaba ante sus ojos como en cámara lenta, cada movimiento estaba grabado en su memoria con una precisión dolorosa.Para Victoria, el tiempo pareció detenerse. No quería admitir la verdad frente a Alexa, no quería revelar que el padre de su hijo era Erwan. Por eso, cuando Pavel habló, ella simplemente dejó que la arropara y
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35. Tenemos un problema.
Alexa irrumpió en la mansión Volkov presa de furia. Tras descender bruscamente del vehículo conducido por Spike, sin despedirse ni de él ni del joven Pavel.El tintineo de sus tacones resonaba en el fino suelo de mármol. Llegó a la habitación de Tatiana sin molestarse en llamar.Tatiana se encontraba en ese momento peinándose, recordando todo lo que había pasado con Sergey en ese jardín. Sus mejillas se colorearon de un tono rojizo ante el recuerdo de Sergey besándola y llevando sus dedos hasta sus labios.Estaba tan feliz que no pudo evitar dar un pequeño salto cuando la puerta de su habitación se abrió de golpe.—¡Mamá!— Tenemos un problema, Tatiana. Tu hermanastra está embarazada. —Ni siquiera esperó a que la puerta se cerrara a su espalda para decir aquello.—¿Qué? — preguntó Tatiana, dándose la vuelta sobre la silla buscando ver el rostro de su madre. Era consciente de lo mucho que odiaba a Victoria, pero inventar algo así de ella estaría fuera de toda lógica.— Espero que no es
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36. Mía, eres mía Victoria.
— No quiero pensar en nada más que en ti y en mí, en este momento, te he extrañado tanto.Las manos de Victoria se deslizaron por la camisa de Erwan, abriéndola botón a botón, para dejar a la vista su torso desnudo el cual beso hasta llegar a una de sus tetillas y mordisquearla, el aroma de Erwan la enloquecía, sus manos hacían desear más de él, su contacto hacía que durante un breve instante para ella no existiera nada más en el mundo que ellos dos juntos.—No dejaré que pienses— fue la respuesta de Erwan disfrutando de sus manos intentando desabrochar su camisa, caminando con ella hasta su auto sentándola en el capo.En ese momento, Victoria ni siquiera se acordaba del lugar donde se encontraban, lo único que le importaba eran ellos dos, las manos de Erwan levantaron la falda del vestido de Victoria, hasta el inicio de sus braguitas, ni siquiera se tomó la molestia de quitarlas, solo las hizo a un lado, llevando sus dedos entre sus pliegues, hasta llegar a su clítoris.— Erwan…Un g
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37. No estoy segura de que sea tu hijo.
Victoria se sentía a gusto con los labios de Erwan mimándola tras el orgasmo que acababa de experimentar, acariciaba su espalda, sintiéndolo dentro, todavía un poco más, hasta que por propia naturaleza su erección abandonó el interior de su cuerpo.Era imposible que su sonrisa se borrara de sus labios, o eso creía hasta que lo escuchó hablar, no podía ser, no podía permitirlo, eso no podía pasar, su hermana ya la odiaba, no imaginaba lo mucho que la odiaría si llegaba a enterarse de lo suyo con él. — Erwan…— pronunció su nombre para que se callara mientras se lo sacaba delicadamente de encima y se acomodaba la ropa observándolo — No hagas eso, realmente no entiendo por qué no has estado con Tatiana, ella es una mujer hermosa y es tu esposa, yo…— se llevó la mano al vientre consciente de la realidad de que ahí dentro había un pequeño ser, fruto del amor que sentía por ese hombre — yo…— sus ojos se llenaron de lágrimas levantando la vista y mirándolo con decisión. — Yo no sé si este hi
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38. ¿Erwan has bebido?
— Ahora haz lo que te diré — dijo Alexa —Tatiana, es muy importante que quedes embarazada lo antes posible y para eso debes usar las armas que tienes como mujer.Observaba por última vez a su hija con ese conjunto de lencería francesa que le había comprado. Perfectamente arreglada y maquillada recién salida del salón de belleza. Esperaba que la tarde que habían pasado dándole indicaciones diera sus frutos y pronto pudiera celebrarse la abuela. A Tatiana no le hacía ilusión alguna acostarse con Erwan ya, lo había intentado todo y solo había conseguido su desprecio, la posibilidad de conseguir otra negativa solo hacía que quisiera huir, pero si madre tenía razón y tal vez no fue capaz de usar correctamente las armas que la naturaleza le había dado, al fin y al cabo cuando se acostó con Sergey él parecía encantado con su cuerpo.Sus esperanzas se fueron derrumbando a medida que la noche llegaba y después la madrugada, quedándose dormida con ese conjunto de lencería y sus esperanzas rota
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39. ¿Tatiana, qué ocurre?
Sergey se encontraba maldito, una maldición que él mismo había forjado en el momento en que sus ojos se posaron sobre ella. Era un simple guardaespaldas, enamorado de un imposible: Tatiana Volkova, la nieta mayor de su ex jefe Mikhail Volkov.¿En qué diablos estaba pensando cuando la besó ese día en el jardín? No se sentía culpable por haber estado con ella, sino por no ser el hombre adecuado para ella. Además, Tatiana no era una mujer libre, estaba casada. Aunque ella y su esposo no hubieran tenido intimidad, un papel los unía irremediablemente."¡Sergey, basta!", se recriminó a sí mismo, dejando de dar vueltas por la habitación y sentándose en el borde de la cama. Se dejó caer hacia atrás con los brazos abiertos y soltó un profundo suspiro.—Olvídate de ella, no eres más que un simple gato como dice su madre —se repitió esas palabras, cerrando los ojos con fuerza para evitar seguir pensando en Tatiana Volkova. Pero al abrirlos de golpe, se levantó de un salto.— Sergey. Sergey, ¿due
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40. Odio que vuelvas a su lado.
Tatiana agradeció que él se callara, es más, si no la hubiera besado lo habría hecho ella. Si tan solo pudiera decirle que también odiaba estar casada con alguien más. Pero no solo era Erwan quien impedía que pudieran estar juntos, también estaba su madre. Por lo que movió su cabeza tratando de dejar de pensar y así poder entregarse a ese momento.La lengua de Sergey se coló entre los labios de su amante poseyendo su boca del mismo modo en que poseía su cuerpo, lamiendo, saboreando, succionando, con lengua, dientes y labios.El cuerpo de Tatiana subía y bajaba por todo el colchón al ritmo incesante de las caderas de su amante. Disfrutando de que fuera él quien estuviera en medio de sus piernas, deslizándose por su estrecho coño llevándola a apretar las sábanas baja de ella en puños. Perdiéndose en una pasión prohibida.La forma en que sus paredes lo apretaban lo hacía moverse más rápido, adorando el roce, el placer que experimentaba en cada nuevo movimiento. Sergey sabía que estaba ma
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