Al instante, un hombre de mediana edad, vestido con una túnica lujosa y con una expresión feroz, entró en la sala acompañado de una decena de hombres robustos.Era precisamente Pelayo, el dueño de Voces del Élite, uno de los hombres más poderosos de Ciudad del Alba.El aire en la sala se tornó denso en ese momento.Zacarías, al verlo, lo señaló como si hubiera encontrado a su salvador: —¡Papá, mira fue ese tipo el que me golpeó!Pelayo entrecerró furioso los ojos al observar a Juan. Aunque joven, su porte denotaba confianza. Algo intrigado, le preguntó: —¿Quién eres tú? ¿Por qué golpeaste a mi hijo?—Porque se lo merecía—, respondió Juan con indiferencia, sin moverse siquiera de su asiento.El comentario provocó una risa irónica en Pelayo, quien, aunque de naturaleza calmada, no pudo al instante evitar enfadarse.—¡Bien, bien, bien! ¡Vaya insolente! Hoy te enseñaré algo en nombre de los mayores de tu familia—, dijo Pelayo con frialdad. Luego, mirando de reojo a uno de sus hombres, orde
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