—Un joven sin ningún poder, ¿qué derecho tienes de hablar pendejadas aquí?—Solo digo la verdad, créelo si quieres— respondió Juan con calma.—¡Mira, te estás pasando de la raya! —Matías, furioso, estaba a punto de atacarlo.Patricia, al ver esto, intervino con rápidez: —Juan, por favor, no hables más. No entendemos de artes marciales, es mejor que solo observemos en completo silencio.En ese preciso momento, Patricia sintió un leve resentimiento hacia Juan. Aunque no entendía muy bien de artes marciales, debería ser más prudente en sus comentarios, especialmente considerando que Feliciano era el experto que la familia Ares había contratado. En verdad, no era adecuado desanimar a sus propios aliados.Diego también con firmeza dijo: —Tienes razón, Juan, es mejor que no digamos nada para no distraer a Feliciano.Mientras tanto, Feliciano, que seguía concentrado enfrentando a Eladio, estaba a punto de estallar de ira. —Juan, ¡cómo te atreves a decir que perderé pronto! Si gano, te aseguro
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