Un millón de emociones diferentes revolotearon por el rostro de Marcos en el lapso de un instante, pero luego, al siguiente segundo, encontró la felicidad. Se lanzó hacia adelante, levantó a Susie y la besó hasta dejarla confundida. Cuando salieron a tomar aire, le cubrió todo el rostro con besos de mariposa hasta que ella se rio impotente. Me acerqué poco a poco a la puerta, queriendo darles privacidad. “Esto va a cambiar todo”, dijo Marcos, “pero te juro que estoy dispuesto a dar cada paso. Encontraremos una manera de permanecer juntos, Susie. Te lo juro. Seremos una familia”. “¡Oh, Marcos!”. Salí de la habitación antes de poder ser testigo de lo que estaba segura, sería una celebración llena de amor. Afuera, en el pasillo, al otro lado del camino, Nicolás estaba apoyado contra la pared, esperándome. Cerré silenciosamente la puerta de la habitación de Susie, escondiendo a los tortolitos que estaban dentro, no de Nicolás, que probablemente lo sabía todo, sino de cualqui
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