"¡Rae!", gritó Clarissa, abriendo de golpe la puerta de mi habitación. Inmediatamente me incorporé, alerta, y solo la luz de la luna que entraba por la ventana iluminaba el espacio. Era tenue, pero suficiente para que pudiera ver su expresión de pánico. "¿Qué ocurre? ¿Qué ha pasado?", pregunté, qu
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