Michael—Deberán darme un nieto y heredero en el plazo de un año.Natalie, que ha estado callada todo este tiempo se pone de pie y empieza a toser como si se hubiera ahogado con su saliva.—¡¿Qué dices?! —exclama con desconcierto.—Se van a casar, es lo normal en una pareja, ¿o no? —cuestiona el abuelo con una mirada divertida.—Por supuesto que no lo es, pero no puedes obligarnos a tener un hijo en tan poco tiempo.—Esas son mis condiciones.—Ni que hiciera falta un bebé en esta casa —comenta la madre—. Natalie ya tiene veintinueve, ya se le pasó el tren para eso.—No digas tonterías Victoria, tú tuviste a Maddox hasta los treinta y seis —reprocha el abuelo.—Está bien, señor Dupont. Acepto las condiciones.Natalie me mira con ojos furiosos, sin embargo, delante de ellos no puede decirme nada.—Para mí, este chico realmente está enamorado de Natalie —dice el hombre—, no cualquier hombre acepta que lo reduzcan a servir en casa como si fuera una mujer.—Estamos en el siglo veintiuno, s
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