Daniela, como si agarrara un salvavidas, dijo: —Me duele el estómago. Sebastián, por favor, llévame al hospital.Sin necesidad de que lo dijera, Sebastián también sabía que le dolía el estómago. Lo que quería preguntar era por qué le dolía el estómago. Podía entender si tenía un resfriado, síntomas de asfixia y náuseas. Pero, ¿por qué le dolía el estómago?Daniela movió los labios y, entre dientes, dijo: —Estoy menstruando.La cara de Sebastián se volvió instantáneamente pálida como el papel. Conduciría personalmente a Daniela al departamento de emergencias.Sebastián se sentó en una silla en el hospital, sin poder creer que algún día experimentaría el dolor menstrual. Solo de pensar en eso, su rostro se oscureció aún más. Miraba fijamente la puerta cerrada de la sala de emergencias, su ira parecía querer perforarla.Dentro de la sala de emergencias, Daniela apenas podía respirar.—Doctor, estoy embarazada de seis semanas. Tuve una pelea esta noche y ahora tengo un dolor abdominal mu
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