Cuando terminaron, ambos se levantaron, sus cuerpos lupinos aún salpicados de sangre. Phoenix miró a Ulrich, su mente todavía tratando de procesar la intensidad de esa experiencia. Él, sin embargo, estaba sereno, casi meditativo, como si ese momento hubiera sido una reafirmación de todo lo que siempre había sabido. "¿Y ahora?", preguntó Phoenix mentalmente, su voz más tranquila, pero aún llena de curiosidad. Ulrich la miró, sus ojos dorados fijos en los de ella. "Ahora", dijo, levantando la cabeza hacia el cielo, "vamos a limpiarnos". Phoenix inclinó la cabeza, sorprendida. "¿Limpiarnos? ¿Cómo?", preguntó, sin entender de inmediato. "Sígueme", respondió Ulrich, comenzando a alejarse del cadáver. Phoenix lo siguió en silencio, curiosa por lo que él tenía en mente. Sus patas se movían en armonía, cada paso resonando suavemente en el suelo del bosque. Caminaron durante algunos minutos, el olor de la presa aun flotando en el aire, pero pronto el suave sonido del agua corrien
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