Ulrich salió del cuarto de Phoenix furioso, sus pasos resonando por los corredores de piedra del castillo. La sangre bullía en sus venas, no por la provocación de Phoenix, sino por su propia frustración. Deseaba ese momento con ella tanto como ella lo deseaba, pero sabía que no podía permitir que sucediera, no antes de revertir la maldita profecía que se cernía sobre ellos como una sombra."Maldita sea Gaia", gruñó una voz gruesa en su mente.Ulrich respiró hondo, intentando calmarse."Sí, maldita sea Gaia. Que arda en el infierno por esto".La voz gruesa continuó, incitante. "Aun así, podrías aprovechar y satisfacer los deseos de Phoenix, y por supuesto, los tuyos también. Han pasado días desde que te satisficiste. Ambos lo necesitan. Yo lo necesito"."Ahora no", dijo Ulrich irritado. "No antes del Festival de las Luces, y t&uacut
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