DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 9. La última voluntad del señor Montalbán
DONDE HUBO FUEGO... CAPÍTULO 9. La última voluntad del señor MontalbánJavier asintió mientras procuraba olvidar aquel papel en el bolsillo de su pantalón, y el resto de la noche fue amable y ligera, aunque breve, o al menos eso le pareció a Ximena, porque para las diez él se despidió con la mayor cortesía.—Mañana va a ser un día difícil —murmuró—. Todavía tenemos que encontrar a la familia del chico, ni siquiera sabemos cómo se llama, está en esas primeras horas de desintoxicación y no dice dos palabras coherentes.—Espero que tengan suerte con eso —se despidió Ximena y Javier le hizo un cariño a Zeus, encargándole que la cuidara antes de irse. Y apenas su camioneta se perdió por el camino, inmediatamente ella cerró la puerta y se dejó caer en la primera silla que tenía cerca, como si aquellas últimas dos horas tuvieran el poder para aplastarla. ¿Qué demonios tenía aquel hombre que aun sin proponérselo, aun después de diez años, seguía siendo como un norte al que estuviera destinada
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