David se quedó mirando a Liam, completamente sorprendido por la intensidad repentina de sus palabras y emociones. Atando algunos hilos, comprendió que Liam debió haber descubierto que él era el chico del balcón, el dueño de aquel libro que se llevó esa tarde y que los unió. Sin embargo, no tenía idea de que ese momento había sido tan significativo para él. Definitivamente estaba escrito en el destino que ellos estuvieran juntos y que, ojalá, pudieran vivir su vida de cuentos.Lentamente, una sonrisa cálida y sincera se formó en su rostro mientras acariciaba suavemente la espalda de Liam.—Shh, cachorro, está bien. Yo también me alegro de haberte encontrado —susurró David, sosteniéndolo con fuerza y besando su frente.Los otros en la mesa observaban la escena con una mezcla de curiosidad y ternura. Mary, en particular, parecía conmovida por la intensidad del momento. Después de unos minutos, Liam se calmó un poco, aunque seguía abrazado a David, quien continuaba acariciándolo y susurrá
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