Al pensar en el pasado, recuerdos compartidos inevitablemente invadieron su mente.Celeste sacudió la cabeza, obligándose a volver al presente.Se acercó a Lorenzo, empujando suavemente su brazo con una mano temblorosa.—¿Todavía estás enojado? —preguntó en voz baja.Lorenzo no la miró.Celeste, ignorada, dio media vuelta para marcharse, pero él la agarró de la muñeca. De un tirón, la hizo caer sobre sus piernas. Al levantar la cabeza, se encontró con su mirada gélida.«¿Qué significa esto? No me habla, pero no me deja ir». La confusión la invadió.El cuerpo de Celeste, suave y delicado, reposaba sobre él. El aroma dulce que la rodeaba lo envolvía, penetrando hasta lo más profundo de su ser. Todo en la oficina olía a ella, como si no hubiera escapatoria.Sin embargo, Lorenzo mantuvo los ojos en sus documentos, ignorando su presencia.Celeste se quedó en silencio, pero el tedio comenzó a apoderarse de ella. Tras un rato, sintió una mirada clavada en su piel.Alzó la vista de golpe, solo
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