Las puertas del elevador se abren y Rebecca entra en él sin pensarlo dos veces.Un jadeo se le escapa de su boca cuando entra en la sala y ve la exhibición. Filas y filas de formaciones rocosas brillan dentro de cajas de cristal.Los ojos de Rebecca no saben dónde mirar, está ensimismada con tantas rocas. “Es la exhibición más hermosa que he visto en la vida”, piensa para sus adentros.De pronto, se da cuenta. Puede haber cientos de rocas preciosas que nada, absolutamente nada se compara al hecho de verlo a él parado al final de pasillo, en medio de todas esas rocas. No hay nada más deslumbrante que eso.En esta ocasión, no hay juegos, no hay disfraces, solo él, Liam, su Liam, con el traje a juego que eligió para llamar la atención de ella, con la sonrisa radiante que solo le aparece cuando la mira a ella.Está más guapo que nunca, o al menos, así lo ve ella, quizás sean las hormonas, quizás esté deslumbrada por toda la sorpresa que él le ha preparado, pero nunca se había sentido más
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