Jose Koars le había acogido y le había mostrado que había otra forma de vivir, otra manera de actuar. Se sentó frente al escritorio y, de pronto, se dio cuenta de por qué le parecía tan vacío. Un curioso recuerdo del pasado que, ahora, parecía muy vívido. Leandra no le había dejado ningún dulce. Los días en Nueva York fueron básicamente tristes, firma de contratos y interminables reuniones. Leandra lo evitó todo lo que pudo, las pocas veces que estuvieron juntos fue porque era inevitable y siempre habían más personas en la habitación. El resto del tiempo ella lo pasó en la sucursal de su tienda o en su laboratorio, experimentando con los sabores, ella siempre estaba ocupada o tenía algo que hacer, eran simples excusas pero eran validas pues no habia manera de refutar sus argumentos. Leandra no solía dedicarle mucho tiempo a la creación de nuevos productos, no en ese punto de su carrera. Ella había formado equipos altamente calificado en cada uno de sus laboratorios, pero, cuando es
Leer más