Todos los capítulos de infelizmente casada. ( Vínculos de venganza): Capítulo 41 - Capítulo 50
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Primer día de trabajo.
Tomo el paraguas con gesto agradecido y aún sorprendida por la coincidencia de encontrarme aquí con este hombre. Como si este continente fuera demasiado pequeño. — Gracias, es muy amable de su parte, soy Laura. —Claro. Soy German, estabas ese día mostrando tu prueba por el puesto de perita en obras de arte antiguas. Puedo observar que eres buena— Creo ruborizar ante su halago como tonta quinceañera. — Si, me parece haberlo visto también a usted en ese lugar— sonríe cortés y se va. Según tiene algo que atender. Sigo leyendo a los niños y pronto ambos se duermen. Miro con disimulo a unas mesas más allá y puedo observar a ese hombre acompañado de una mujer con aspecto encumbrado. ¿Estará en una entrevista o algo asi? Tal vez busca empleo. Espero también pueda conseguir algo. Me distraigo leyendo para mí un poco y entonces me doy cuenta de que la lluvia ha cesado. Aprovecho de ir y tomar un taxi. Aunque no estoy lejos, si llueve de nuevo mis bebés corren riesgo de mojarse y enfermar.
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Tu otra vez.
El día siguiente aproveché de pasarlo con mis niños. Estaba ansiosa y muy emocionada por ir a esa subasta tan importante dónde tendría la oportunidad de destacar aún más mis conocimientos sobre el tema. Me encanta, me apasiona describir cada detalle de una obra de arte como lo que es, maravillosa obra digna de destacar y de elogiar. Al llegar la noche estoy lista esperando a que mi jefe pase por mí cómo dijo qué haria. Decidí darle el día libre a Marie ya que Dayanna estara en casa durante las noche. Ella insistió en quedarse con los bebés. De pronto el timbre suena, me levanto enseguida para abrir y ahí está él. el señor Germán muy elegante y con esa mirada de arrojo y de éxito brillando en sus pupilas. Me mira sin disimulo como barriendo mi silueta. Entonces muestra una sonrisa de satisfacción. Me he colocado un vestido ceñido al cuerpo en color azul cielo con escote en v y unos zapatos elegantes a juego con mi cartera. Dayanna me ayudó con el peinado y el maquillaje, al
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Tratando de volver a confiar.
Estamos a punto de detenernos y así enfrentar su atrevimiento, pero una patrulla de la policía hace su trabajo. Detiene su auto que nos seguía a alta velocidad. Respiro hondo y mi jefe me mira. Entonces aprovecha de perderlo de vista. —¿Eso que fue Laura? Te vas sin avisar y ni siquiera tienes la cortesía de despedirte de los clientes, entonces te veo en medio de la calle discutiendo con un hombre. ¿Sabes cómo deja eso a mi empresa? — reclama mi jefe cuando nos bajamos del auto mientras su chófer aguarda al volante. Bajo la mirada muy avergonzada. Entonces respiro hondo. Cuando miro su mano veo en su dedo una argolla. Está casado. Pienso y elevo mi mirada a sus ojos. — Le suplico señor Morris que me perdone. Le aseguro que esto no volverá a suceder. —Eso espero Laura, no seré demasiado condencendiente la próxima vez— asiento muy afectada. No esperé encontrarme con mi ex esposo en este lugar tan lejano. Creí que aquí jamás me encontraría. Él sonríe luego un poco más relajado. —Ve y
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Regresando a Canadá.
Entro a la casa y miro a Dayanna. Ella se levanta de frente de su laptop al verme llegar con gesto afectado. Estoy a punto de llorar con impotencia y no puedo hablar ahora. Dejo a los bebés y corro para esconderme en mi habitación. Ella parece comprender y se queda abajo mirándome mientras toma a uno de los niños. «Sabía que algún día me ibas a pagar la humillación de irte y abandonarme llevándote a mis hijos contigo, como disfruto imaginando tu estúpida cara leyendo estas palabras ahora mismo, no me interesan esos bastardos, para mí , tú siempre serás una asesina, Laura» vuelvo a leer ese mensaje tan lleno de vileza y maldad. Lloro desesperada por haber sido tan imbécil. ¿Cómo pudo burlarse así de mí? ¿De mis buenas intenciones? Entonces me doy cuenta que también ha enviado un archivo. Con el corazón aplastado lo abro mientras mis manos tiemblan sin control. Mis ojos se abren como platos. Es Julián haciendo el amor con otra mujer. Cierro mis ojos con dolor. Entonces algo pasa dentr
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No puedo creer en tí.
Lo miro con desconcierto. Él sonríe leve. — Bienvenida a Canadá , Laura. —¿ Cómo te atreves? ¿Sabes que puedo acusarte de secuestro verdad? Deten de inmediato este auto por favor— digo queriendo parecer firme y segura cuando lo que estoy es muy asustada. Mi corazón salta con brusquedad y todo mi ser tiembla. —Solo pretendo que hablemos Laura. Por favor— Mis lágrimas están a punto de salir cuando siento un rebullicio de emociones, amor por él porque lo amo y me duele hacerlo y enojo por su descaro. ¿Qué busca conmigo si ya dejó claro que solo disfruta haciéndome daño?—¿Qué eres Julián? ¿Una especie de psicópata acaso? Deten ya el auto.— Trate de ir, lo juro. Quería ir y estar con ellos— Entonces un gesto diferente condensa su rostro cuando los observa y por un instante pareciera detenerse el mundo mientras mira con atención a mis pequeños. Suspira y me mira de nuevo. —Me quiero bajar— digo en tono amenazante. Él hace una negación. — Laura. Se que estás enojada y te sientes mal por
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Julián nunca me dedicó un halago como ese.
Oh— Es lo único que digo. Él se acerca. —Ven pequeñín, volverán loca a su madre…¿Es vómito?— pregunta con cara de asco mirando la mancha en mi camisa y alejando con sus dos brazos a mi bebé de sí. Siento que mi cara se pone roja. Entonces sonríe comprensivo y toma al otro bebé con gesto caritativo. Cierro la puerta y acomodo los mechones sueltos. Su cara sigue como si hubiera probado limón muy ácido. Entonces tomo un pañuelo y limpio mi camisa. Le sonrío habiendo hecho mi tarea y él devuelve el gesto. —Gracias— digo. Acomodo las carriolas y él coloca a los bebés. Suelto aire fatigada y me acuerdo del taxista. Lo llamo y contesta. « No tengo tiempo para perderlo con personas sin seriedad»cuelga. Respiro hondo. —Parece que alguien aquí la está pasando mal— dice mi guapísimo vecino. —Soy mujer. Podemos con todo— camino empujando las carriolas hasta el ascensor. Él entra justo conmigo y la puerta se cierra. — Si, pude notarlo hace un momento —dice con ironía. — Evans Preston. Es
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Lloro como un completo perdedor.
Julián. Durante muchísimo tiempo me sentí muy abrumado. La culpa me carcomía por dentro y quería remediar todo lo que había hecho de algún modo. Realmente Laura y yo solo habíamos sido víctimas de las intrigas de Lucrecia. No podía creer que Lucrecia a quien creía una mujer honorable albergara sentimientos tan oscuros por mí y que hubiera podido ser capaz de tanto. No le importó engañar a Britney y llevarla así a la muerte y tampoco poner en riesgo también la vida de Laura en el proceso y dejarla como una vil criminal. Laura se fue de Canadá y saber que nuestros hijos nacerán lejos de mi fue un golpe bajo. Ella estaba en su derecho y era mi culpa. Pero ¿Qué culpa tenían esas criaturas de que su padre fuera un imbécil que se dejó llevar por la decepción y la frustración de creer que su madre era una despiadada que asesinó a alguien por un capricho? La odié tanto como ahora la amo. …—No puedo creer que hayas venido a verme Julián. Disculpa que hoy no luzca tan bonita, ya sabes que
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Queremos que venga papi.
Los meses pasaron y Evans y yo hicimos una bonita amistad. Fui muy sincera con él y le dije que mientras existiera la sombra de mi ex esposo yo no me sentía capaz de comenzar de nuevo una relación de pareja. La paso muy bien con él cuando llega de algunos de sus viajes y los bebés lo aman mucho. También pude asistir a la boda de Michael. Fue maravilloso verlo tan feliz dando el sí y por un momento lamenté que lo nuestro no haya funcionado . Estoy segura de que será un gran esposo. En cuanto a Dayanna, parece que su dulce vida de ensueño sigue bien. Supe también por la abuela Leonor que Julián se había ido. Si. Decidió renunciar a su propósito de buscar la reconciliación. Ante todos me mostré firme y traté de hacerles creer que no me importaba pero en las noches, cuando mis bebés se duermen lloro en silencio por el recuerdo de ese amor hermoso que sentí por él. Llego a extrañarlo en gran manera y ruego en silencio que me llame pero después me convenzo de que es lo mejor. Me he vuelto
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El socio del señor Phil.
Me despierto muy temprano y enseguida me doy un baño. Luego me visto con un traje de oficina y recojo mi cabello en un moño alto. Me preparo un café y mientras me lo tomo observo a través de la ventana un poco de la ciudad. Atenas es una ciudad con una arquitectura muy variada. Sus edificios van desde lo moderno a lo antiguo. Puedo observar un templo antiguo al cruzar la calle y por detrás una amplia vegetación. Sus casas están llenas de restaurantes, cafeterías y tiendas. Pienso además en mis hijos, son las seis y treinta de la mañana. En Canadá es un poco más de la medianoche. Esperaré para llamarlos antes de que tengan que ir a la escuela. Bajo y en recepción me dan un boceto explicativo de todas los servicios que ofrece el hotel. Desde masajes, restaurante , piscina , cafetería y una que otra cosa más. Voy a la cafetería. Puesto que el inglés es un idioma que se habla en muchas partes de Atenas muchos hoteles ofrecen personal que pueden atender en ese idioma. Este no es la excepc
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Dejar que mis emociones se aquieten.
— Y bien Julián, ella es la mujer de la que no puedo parar de hablarte, Laura Smith. Mira nada más que trabajo tan maravilloso — dice mientras ambos luchamos por salir del shock que provocó este inesperado encuentro. — Nunca mencionaste que se llamara Laura— dice él aún perplejo sin parar de mirarme. —Ah, si solo decía la bellísima restauradora. Perdón por eso. Ahora ya lo sabes, y bien, vayamos a comer, Laura debe tener hambre, la Kore exige muchísimo cuidado y no queremos que nuestra mejor perita sienta que abusamos de ella. He reservado en el restaurante de siempre — dice. Intentaría escabullirme pero luciría como una grosera ante el señor Phil pues ya reservó. Tendré que ir con ellos aunque aún no reacciono y mientras ellos salen por la puerta tomo mi bolsa y tratando de dejar todo ordenado antes de ir tras ellos, finalmente los sigo. Mientras lo hago una mezcla de nostalgia y rechazo se apoderan de mí. ¿Qué hace él aquí? ¿Acaso me ha estado siguiendo todo este tiempo? Miles de
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