—¡Danilo! —Mary se despertó sobresaltada, el sudor perlaba su frente y un grito desesperado por el nombre que se había escapado de sus labios. «¿Hasta cuándo, Mary? ¡Ya deja de pensar en él! Ni siquiera piensa en ti…». Cuando volteó a su alrededor, la oscuridad de su habitación contrastaba con la pesadez de esa visión que la atormentaba. Con lentitud se incorporó en la cama, respirando agitada para intentar recuperar la calma mientras sus pensamientos se enredaban entre lo que eran sus sueños y la seca realidad. —Dani…—susurró, como si el eco de su sueño la persiguiera. Comenzó a recordar y esa imagen de un edificio colapsando se mantenía viva en su mente. Un lugar imponente, quizá un castillo… tal vez una empresa, no recordaba con claridad, lo cierto era que la construcción caía en ruinas, mientras su amigo, imperturbable avanzaba en dirección hacia aquel caos. Mary, desde la penumbra de su inconsciente, había intentado advertirle, pero sus palabras se perdían en el vacío, porqu
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