No importaba si estaba lloviendo o haciendo sol. Cada día junto a William era sencillamente maravilloso. Y cada día se convencía de que se estaba enamorando de él. No podía frenar su corazón, aunque lo intentara. Los días transcurrieron con tranquilidad, ella siguió quedándose a pasar las noches con William y a veces era él quien se quedaba en su departamento. La pasión entre ellos no había disminuido, ni siquiera un poco. Sin embargo, había algo que la hacía mantenerse en alerta, no sabría decir con exactitud que era, ni por que tenía esa sensación de que algo malo podría pasar. A veces pensaba que solo se trataba de los fantasmas de su pasado que querían atormentarla y no dejarla ser feliz. Y quería creer que todo estaría bien, quizás no todo sería color de rosas, pero junto a William sentía que podía superar las dificultades. El sonido del agua cayendo llegaba hasta sus oídos. William se estaba bañando mientras ella preparaba el desayuno. Justo cuando William entraba a la cocina
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