El sol de la tarde reflejaba un brillo suave sobre la superficie de la piscina, mientras Valentina y Valeria reían, chapoteando despreocupadamente en el agua. Alexandre, sentado al borde, con los pies sumergidos, las observaba con una sonrisa ligera, disfrutando de aquel breve momento de tranquilidad. Había sido un tiempo caótico desde la muerte de su madre, pero ahí, junto a las mellizas, el peso que cargaba sobre sus hombros parecía disminuir, aunque solo fuera por un rato.De repente, el ambiente relajado se quebró. La figura imponente de Sebastián y la presencia decidida de Ava irrumpieron en la escena. Ambos avanzaban con un paso firme hacia ellos, sus rostros cargados de seriedad. Valeria, al notar la tensión, salió rápidamente del agua y se acercó a Alexandre, quien se puso de pie, algo confundido por la urgencia que veía en sus padres.—Alexandre, necesitamos hablar contigo —dijo Sebastián sin rodeos, su tono grave, casi cortante.Alexandre frunció el ceño, notando que aquell
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