HENRY CHAPMAN —¿En verdad te enamoraste de esa mujer? —preguntó Rita pensativa, viéndome desde la puerta. No noté reproché o molestia, en verdad parecía curiosa, pero, aun así, preferí no contestar—. ¿Qué hay de mamá? ¿Ya la has olvidado? —Nunca podría olvidarla… —Tomé la fotografía sobre mi escritorio y suspiré lleno de melancolía. Sentía una atracción muy intensa hacia Avril, tal vez admiraba su fuerza y su manera tan protectora de ser con sus hijos. Era una chica inteligente y noble, no dudaba en sacrificarse por la gente que amaba, y quería saber lo que se sentía ser la prioridad de una mujer así, además, su belleza era inigualable, a la altura de la bondad de su corazón. ¿Deseo, amor o capricho? ¿Cómo podría catalogarlo? Tal vez era más simple de lo que estaba dispuesto a admitir. Decir que lo nuestro era incompresible era lo más atinado. Tan fuerte como la explosión de la pólvora, tan inestable como la nitroglicerina. ¿Mataría o moriría por ella? Quería creer que aún no lle
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