Es martes, han pasado dos semanas desde que empezara a vivir con ellos; y aun no puedo con eso de la hora del gimnasio e intento con la otra opción que consiste en levantarme a la par de ellos; el resultado es igual, no puedo. Lo confieso, me gusta madrugar, solo que no tanto, y menos para correr y sudar. Ellos si salen todos los días a trotar y a montar bicicleta en el terreno de bosque de su propiedad, muy temprano e incluso antes que llegue la mañana. Adiós bonito trasero, demasiado sacrificio para mí. Desde donde estoy sentada en el comedor de la terraza en la segunda planta, les observo venir de su recorrido, ya lo he hecho un hábito diario observarlos cuando ambos llegan todo sudados y derretidos. Hoy Ferran en la bicicleta y Eliot de a pie, es obvio que le encanta correr. Siempre que llegan y antes de entrar en casa levantan la vista hacia donde estoy y les saludo de mano. Ferran me lo devuelve con su habitual sonrisa. Eliot, solo me mira de reojo y malencarado. Últim
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