Robin tomó asiento al lado de Irene, envolviendo su cintura con su amplia mano. Aunque sus labios esbozaban una sonrisa, sus ojos destilaban frialdad.—¿Sobre qué conversaban tan animadamente? Me gustaría saberlo también.Irene le devolvió la sonrisa. —El señor Antonio mencionaba que tu primer amor está por volver.Robin soltó una risa suave, evitando entrar en detalles. Luego, cambió el tema:—Así que, señorita Irene, ¿te alegras por mí?El corazón de Irene pesaba, pero ¿qué más podía hacer aparte de sonreír? ¿Acaso debía llorar y reclamarle por qué era capaz de amar a su primer amor y no a ella? Era demasiado sensible.—Me alegro por ti, señor Robin.La expresión de Robin se ensombreció.—Agradezco tu compasión, señorita Irene.Los labios de Irene se tensaron, optando por guardar silencio.Antonio observaba la escena, incapaz de reprimir una carcajada.—Señor Robin, cuando su primer amor regrese, hágamelo saber. Señorita Irene, estaré listo para tomar su lugar. Así, ¿no sería yo un r
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