Capítulo 40. Quédate
Kiara no podía responder, entre la preocupación que había sentido al no encontrar a Harrison por ninguna parte, la sorpresa de ver a sus padres y luego de verlo a él, arrodillado, proponiéndole matrimonio delante de toda su familia, su capacidad de hablar se había esfumado. Sin embargo, sentía la emoción de la felicidad golpear su pecho con fuerza.—No puedes hacerme esto —murmuró.Harrison esperó.—¡Dios, Harrison! Casi muero de la preocupación imaginándome lo peor —dijo, acercándose a él, sus ojos estaban clavados como puñales en el rostro de Harrison.—No has respondido mi pregunta, cariño —le recordó, sin perder la sonrisa y sin moverse, esperando una respuesta.—Te amo, Harrison, te amo con todas las fuerzas de mi ser. Y sí, sí acepto ser tu esposa, tu amiga y tu amante.Los aplausos y los vítores de la familia no se hicieron esperar, Kate y Ricardo miraron a su hija con orgullo. Cuando Harrison les había llamado, invitándolos a terminar las vacaciones en Hawái, no tenían ni idea
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