Felicidad... tristeza
— ¿A qué te refieres?— preguntó Richard preocupado— huyendo, ¿de que? No entiendo. — La mujer que me hizo inseminar, desea destruir al niño, y yo tengo miedo de que ella un día me encuentre y logre su objetivo— confesó Camila. — ¡Oh por Dios!— exclamó él— conmigo estás a salvo, no permitiré que nadie te haga daño, ni a tí ni a tu niño. — ¡Gracias! — dijo ella más tranquila— mientras menos sepas de mí mejor, no quiero ser pública ni que me conozcan mucho, se que el mundo es un pañuelo y no quiero arriesgarme a estar en el ojo del huracán, por eso no debí involucrarme contigo. — Amor, yo te amo, no voy a poner en peligro tu persona, ni al niño, prometo que seré muy discreto, te lo aseguro— prometió él. — ¡Si vas a realizar el divorcio, no expongas lo que sientes por mí, usa cualquier excusa por favor!— rogó ella. — ¡Mi vida linda, quiero que te tranquilices! Al parecer esa mujer tiene mucho poder, estas temblando de miedo, nada va a pasar, ¡confía en mí por favor!— dijo él, abraz
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