—Lorenzo, ¿cómo es que todavía estás aquí?Yelena se quedó estupefacta al verlo. Su cerebro zumbaba, y lo miraba con total incredulidad. ¿Acaso él estuvo bajo la lluvia toda la noche? ¡Dios mío!—Te lo dije claramente, mientras no salgas a darme una explicación, me quedaré afuera todo el tiempo que sea necesario.Lorenzo no se movió ni un ápice, su mirada seguía firme, sin la menor duda.En un instante, los ojos de Yelena se llenaron de lágrimas, estaba completamente abrumada. Se lanzó directo a los brazos de Lorenzo, golpeando su pecho con todas sus fuerzas, sollozando con amargura:—¡Qué tonto eres! ¡No vale la pena que mueras por mí!—¡Sí vale la pena! —respondió Lorenzo con total firmeza, palabra por palabra.—Para mí, tú eres todo el mundo. Yelena, hay miles de mujeres en el mundo, pero yo solo te quiero a ti.Yelena no pudo contenerse más, las lágrimas comenzaron a brotar como un torrente incontrolable, llorando:—¿Realmente soy tan buena?En ese momento, ella ya no era la fría p
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