º|º Adriano º|ºNo dormí nada.La rubia peligrosa se quedó a mi lado toda la madrugada, hasta que, inevitablemente, amaneció. Cuando miré hacia abajo, allí estaba, dormida, su cabeza apoyada sobre mi brazo, y aquellos labios carnosos llamándome silenciosamente. Si bajaba la vista un poco más, esos pechos tentadores no dejaban de decirme cosas, muchas cosas que no debería estar pensando.Decidí que lo mejor era abandonar la cama ahora que podía, escapar de sus garras. Porque, incluso dormida, esa rubia peligrosamente tentadora hacía que mi cuerpo temblara.Era curioso; había creído que iba a aborrecer a Samantha Taylor, principalmente porque la creía una chica Corsini, pero resultaba que era todo lo contrario. Y para colmo, ni siquiera era una chica Corsini.Entré al baño decidido a despejar mi mente con una ducha fría. Por alguna razón, mi cuerpo estaba ardiendo. Cuando el agua comenzó a caer sobre mi piel, bajé la mirada, observando cómo mi compañero, como solía llamarlo, estaba más
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