—No te preocupes —se apresuró a decir Julio—, cuando se calme, hablaré seriamente con ella para que se disculpe formalmente contigo.—No es necesario —lo detuvo Elena—. Julio, lo que necesito es tranquilidad y no conflictos sin fin.»Quizás mis acciones anteriores hicieron que toda tu familia me viera como imprescindible para ti, y que si tú lo propusieras, yo volvería a aceptar encantado.»Pero eso es porque no me conoces bien. Yo soy terca. Cuando amo, lo hago sin reservas, pero una vez que pierdo ese amor, no hay vuelta atrás.—Elena... —musitó él.—No te sientas culpable, al menos amé con sinceridad. —dijo ella, aunque fuera un amor unilateral.Después de beber un sorbo de café, Elena continuó: —Julio, ya no sigas haciendo cosas sin sentido. No me volveré a casar contigo, ni quiero tener nada que ver contigo. Eres un excelente médico, pero no fuiste un buen esposo.—¡Elena, te compraré regalos, invitaré a tus amigas a comer, te acompañaré a visitar a tu tía! Dime lo que quieras y l
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