Bella, quien era sostenida por la enfermera, a pesar de estar muy débil, su mirada reflejaba una determinación casi obsesiva, y sus dedos que agarraban la manga de él estaban blancos.Pedro dudó un poco antes de soltarle la mano.En el lago, la silla de ruedas ya se había hundido, y Anna no dejaba de patalear y gritar desesperadamente en el agua.—¡Rápido, vayan a rescatar a la señorita García, se va a ahogar! —la enfermera gritaba angustiado, pisoteando el piso por ansiedad.Todo había sucedido en cuestión de segundos, los médicos y las enfermeras no habían tenido tiempo de reaccionar, hasta que escucharon los gritos del asistente, entonces empezaron a correr, a pedir ayuda, a buscar palos.—¡Pedro! —Anna gritó desde la superficie del lago, como si ya no pudiera resistir más, hundiéndose.Pedro palideció, y sin dudarlo más, soltó a Bella y se lanzó rápidamente al lago.Al ver a Pedro nadar hacia Anna, Bella perdió todas sus fuerzas.—¡Señora!La enfermera gritó alarmada, y Bella se de
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