Ante el sarcasmo de Alexandra Vargas, Magnolia se mantuvo impasible. Durante años, Alexandra siempre la había despreciado, insinuando que se casó con Ricardo, a punto de morir, solo por dinero.Antes, Magnolia siempre había tolerado, pero ahora que se había divorciado de Ricardo, no había necesidad de seguir soportando.Alexandra, con aires de superioridad, miró a Magnolia: —¿Qué estás esperando? Ve a la cocina a cocinar, y recuerda hacer mi plato favorito.Magnolia retiró la mirada, replicando con calma: —La abuela me invitó a cenar, no como una sirvienta para cocinar.—¿Qué quieres decir con eso, Magnolia? ¿Ahora tienes más valor? Ni siquiera quieres cocinar. ¡Tengo que decírselo a mi tía!Magnolia ignoró a Alexandra y entró en el salón, donde vio a dos personas sentadas en el sofá: su exsuegra, la doña Vargas, y Magdalena, el antiguo amor de su exmarido.No esperaba encontrarse con Magdalena en esta cena.Alexandra entró corriendo y chocó contra ella, quejándose en voz alta: —¡Tía,
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