—¿Te volverías a casar conmigo? Te amo, y sé que me equivoqué tanto, cada día rezo a Dios para demostrarte que perdonarme es la mejor decisión de tu vida, trabajo en ser mejor para ti, para nuestros hijos, quiero ser tu esposo hasta el último día de mi vida, Marbella, en el pasado fui un cobarde, quiero ser tu héroe favorito, pero una sola palabra tuya bastará para enviarme al cielo o al infierno, justo ahora. Los ojos de Marbella estaban cubiertos de lágrimas, era la primera vez que esas lágrimas no eran de tristeza, sino de felicidad, muchas veces pensó en esto, una reconciliación, la verdad que salía a la luz y Lugh volvía a ser su príncipe azul, ahora sentía que era de nuevo un sueño. Tuvo que pellizcar su brazo, sin que nadie lo notara, el mismo dolor le demostró que era real, y era bueno, quizás la recompensa, luego de tanto dolor, sonrió. —Sí, quiero ser tu esposa, hasta mi último aliento. Él se levantó, estaba emocionado, tomó la sortija, y la puso en su dedo. Lugh besó su
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