Sebastián le gritó. —Dime ¿Qué quieres? Lo que me pidas te lo doy,—expresó desesperado—, pero por favor por lo que más quiera, te lo suplico, no dañes a mi hijo. Si quieres dinero, casa, yates, cualquier propiedad es tuya a cambio de la vida de mi hijo. —Ja ja ja. Sebastián suplicando. ¡Si! tienes
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