Olivia caminó hasta estar cerca de la cama de Paula, quien la miraba con bastante curiosidad.—¡Gracias!, el médico me dijo que fuiste tú quien donó sangre para mí —dijo Paula lentamente, estaba débil, todo su cuerpo le dolía.—Era mi deber, y ahora que sé que estás mejor, es mejor que me retire —dijo Olivia, se giró y caminó hacia la salida.—¡Espera Olivia! No te puedes ir, debemos hablar —exclamó Paula.—¡Está bien!, tampoco quiero irme, al menos no, hasta que me digas por qué me llamaste hermanita? —preguntó Olivia, había retenido sus palabras por largo rato, solo quería una sola respuesta, y esperaba a que Paula le dijera.—Te llame así, por qué siento que eres hermana, la cuál perdí hace casi 15 años en un fatal accidente, mi padre falleció ese día, pero mi madre nunca se canso de buscarte, yo le prometí a ella que te buscaría, y creme que nunca descansé —exclamó Paula. Olivia abrió sus ojos como platos, arrugó su nariz y echó su cuerpo hacia atrás no comprendía todo lo que Pau
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